Un Horario tan Loco

A las 8:30, me despierto por la canción estridente de mi despertador. Me levanto, me ducho, me afeito y me visto. Ando por un piso oscuro, frío y vacío. Me encuentro en la cocina y busco el desayuno, pero no hay huevos fritos, pan tostado ni cereales. Solo encuentro una caja de leche y algunas galletas tan pequeñas. Después de comer estos cachitos, salgo por la calle para empezar el camino hacia la universidad.

Llego en el aula pero no encuentro a nadie. Ya son las diez pero la sala todavía se queda vacía y oscura. Casi quince minutos después de mi llegada tan puntual, el profesor llega sin prisa y comienza le lección. Por todo el día, casi todas mis asignaturas son así.

A las 2:30, regreso a casa para comer. Ando por una ciudad muerta, llena de tiendas cerradas y ventanas oscuras. ¡Son las 2, que extraño pienso! Entonces, asciendo una escalera llena de aromas que escapan por debajo las puertas. En seguida mi estomago gime de hambre. Me siento en la mesa con mi madre española y relleno mi boca con sopa, arroz, pollo, ternera, paella, y más. ¡Tantas horas sin comido me causa comer como si fuera un cerdo! Después de mi banqueta, regreso a mi habitación para tomar una siesta, ¡una tradición fantástica!

Mi tarde consiste de pocas clases y luego tiempo libre. A veces me reúno con amigos para “tomar algo.” Después de una tarde muy relajante, vuelvo a casa a las 9:30 para cenar. Irónicamente, en la mesa me encuentro con la misma comido que yo había buscado por la mañana, los huevos fritos y pan.

Después de la comida, me descanso otra vez y me preparo para salir por la noche. A las 11, me reúno con mis amigos fuera la catedral. Vamos de tapas, bailamos, y finalmente regresamos para dormir. Pocas horas después, mi despertador grita un sonido tan penetrante. Luego, repito mi día anterior.

Te cuento mi día entero no para aburrirte sino para notar el horario tan diferente que el de mis vida en los estados unidos. En Holy Cross, aguantamos con un horario más estricto y puntual. Las clases empiezan a tiempo y los profesores son los primeros entrar el aula. Comemos la comida al mediodía y seguir con las clases sin descanso. Mi última asignatura suele tener lugar a las 2 o 3 de la tarde. Después como la cena a las 5:30 para prepararme por una noche en la biblioteca. A las 11, termino mis estudios y regreso a mi cama.

Es obvio que hay diferencias grandes en los horarios de los dos países. Al principio de mi viaje, me sorprendió mucho las horas de comer. Todo el día antes de comer yo estaba muriendo de hambre. Ahora que estoy acostumbrado a todo, puedo decir que prefiero el estilo de vida de aquí en España.

Lo siento mamá y papá, creo que voy a quedarme en España.

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