Entre mis amigos, yo era agente de viajes y recibí billetes gratis. Durante mis vacaciones en verano, yo viajé por todo el mundo, especialmente en la parte exterior de los cuatros muros de los Estados Unidos, a las islas caribeñas. Sin embargo, en mis vacaciones de Navidad del año pasado, mi madre pensó que sería mejor que yo pasara un mes con su hermano que vivía en Sevilla, España. No podía imaginar
Por fin, llegué a Sevilla y mi segunda maleta no venía mientras Tío Ken y mi prima guapísima, que se llama Raquel, estaban esperándome pacientemente. Por eso, abandoné la búsqueda de mi maleta y caminé directamente hacia ellos para darles dos besos, un sobre la mejilla izquierda, después en la derecha. Me encanta esta forma de saludarse porque es muy respetuosa y cariñosa. Les expliqué la situación de mi maleta perdida, y mi Tío Ken escribió la dirección de donde nosotros pasaríamos
A las diez de la noche de aquel día, toda la familia estaba reunida en una casa pequeña: los adultos y sus hijos. Cuando yo entré en esta casa, sentí la presencia del amor. Las sonrisas luminosas iluminaban toda la casa. Poco a poco nosotros nos reunimos en el comedor. El abuelo bendijo la mesa y después nosotros empezamos a pasar los platos de comidas, como las tapas. Me gustaba el huevo duro con relleno y después empecé a darme cuenta de que la mayoría de los platos consistían en huevos. Entonces deduje que el huevo era un ingrediente principal en las comidas españoles. Pero la cosa más importante que yo aprendí esa semana, fue que la oportunidad de comer juntos con su propia familia abre puertas para construir una relación más profunda porque los padres e hijos tienen un tiempo especial para compartir cosas entre ellos. En mi vida, aparte del día de Acción de Gracias, mi familia no comía juntos en la mesa. Los americanos decimos que la familia es de gran valor pero esta idea es hipócrita, porque nosotros ponemos todavía nuestros trabajos y estudios en primer lugar. La cena era una actividad familiar en España, pero también a los jóvenes les gustaban hacer actividades divertidas con sus amigos. Por eso, por la noche, normalmente iba con Julia a los bares, los cines, o las tiendas después de comer. Me quedé de piedra cuando vi muchos jóvenes, que tenían como doce años, en la calle con sus amigos. Ellos no estaban haciendo nada especial sólo estaban hablando. Antes, pensaba que sus padres eran descuidados, pero después mi tío me dijo que las calles en España eran generalmente más seguras que las calles de los Estados Unidos. Por eso, los padres no se preocupan demasiado de que sus hijos estén en la calle (y especialmente en el sur de España donde suele hacer buen tiempo) donde siempre hay gente y donde hay mucha más seguridad que en cualquier calle de una ciudad estadounidense.
Este viaje me permitió apreciar cosas a las que antes no daba un gran valor: como cenar con mi familia. También ahora comprendo a mi profesora mejor y la importancia de estudiar en otro país porque no hay una costumbre correcta y otra incorrecta, todas son diferentes. Además, los libros no podían enseñarme la realidad de una cultura tan rica como la de los españoles.
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