Aprender más allá de los libros de texto

Entre mis amigos, yo era agente de viajes y recibí billetes gratis. Durante mis vacaciones en verano, yo viajé por todo el mundo, especialmente en la parte exterior de los cuatros muros de los Estados Unidos, a las islas caribeñas. Sin embargo, en mis vacaciones de Navidad del año pasado, mi madre pensó que sería mejor que yo pasara un mes con su hermano que vivía en Sevilla, España. No podía imaginar la Navidad ni el Año Nuevo sin mis padres y hermanos, pero no pude quejarme porque mi madre ya había comprado un billete de ida y vuelta. Mi billete era mi regalo de cumpleaños y de Navidad. De cualquier manera, estaba emocionada y lista para ver las cosas que eran especiales de este país. Hasta ese día, yo recordé lo que mi profesora me dijo: ¨ Necesitas estudiar en España durante tu estudio académico en Holy Cross, no sólo pasar un semestre en este país, sino también estudiar unos años allí.¨ No dije nada, yo solo podía mirarla y sonreírla. De tal modo que este viaje a Sevilla me permitía descubrir el misterio que estaba detrás del programa para estudiar en el extranjero. Mi billete de ida y vuelta era desde el 21 de diciembre hasta el 10 de enero. No podía recordar mis primeras reacciones a las cosas de aquí en España, pero las cosas que eran más importantes estaban todavía cerca de mi corazón.

Por fin, llegué a Sevilla y mi segunda maleta no venía mientras Tío Ken y mi prima guapísima, que se llama Raquel, estaban esperándome pacientemente. Por eso, abandoné la búsqueda de mi maleta y caminé directamente hacia ellos para darles dos besos, un sobre la mejilla izquierda, después en la derecha. Me encanta esta forma de saludarse porque es muy respetuosa y cariñosa. Les expliqué la situación de mi maleta perdida, y mi Tío Ken escribió la dirección de donde nosotros pasaríamos la Navidad con la madre de mi tía para que me llevaran allí la maleta cuando apareciera. Mientras estábamos en el coche, me di cuenta de que no había coches muy grandes en las calles. Sin embargo, una de las ventajas de manejar coches pequeños era que la gente podía encontrar sitios para aparcar. También, las calles tenían muchas curvas pero las fuentes eran muy bonitas en medio de las calles. En menos de una hora, llegamos a la casa de mi ti. Cuando empecé a deshacer mi maleta, mi tía dijo que podía usar la ropa de mi prima Julia. Ella estaba encantada de compartir su ropa conmigo pero solo el pantalón elástico me quedaba bien porque la mayoría de los españoles son altos y delgados como mi prima. Después, fuimos a un pueblo muy lejos de la casa para conservar la tradición de reunirse con otros tíos y tías de mis primas. Esta tradición familiar era preciosa porque me permitió apreciar y comprender la importancia del valor de la familia en la cultura española.

A las diez de la noche de aquel día, toda la familia estaba reunida en una casa pequeña: los adultos y sus hijos. Cuando yo entré en esta casa, sentí la presencia del amor. Las sonrisas luminosas iluminaban toda la casa. Poco a poco nosotros nos reunimos en el comedor. El abuelo bendijo la mesa y después nosotros empezamos a pasar los platos de comidas, como las tapas. Me gustaba el huevo duro con relleno y después empecé a darme cuenta de que la mayoría de los platos consistían en huevos. Entonces deduje que el huevo era un ingrediente principal en las comidas españoles. Pero la cosa más importante que yo aprendí esa semana, fue que la oportunidad de comer juntos con su propia familia abre puertas para construir una relación más profunda porque los padres e hijos tienen un tiempo especial para compartir cosas entre ellos. En mi vida, aparte del día de Acción de Gracias, mi familia no comía juntos en la mesa. Los americanos decimos que la familia es de gran valor pero esta idea es hipócrita, porque nosotros ponemos todavía nuestros trabajos y estudios en primer lugar. La cena era una actividad familiar en España, pero también a los jóvenes les gustaban hacer actividades divertidas con sus amigos. Por eso, por la noche, normalmente iba con Julia a los bares, los cines, o las tiendas después de comer. Me quedé de piedra cuando vi muchos jóvenes, que tenían como doce años, en la calle con sus amigos. Ellos no estaban haciendo nada especial sólo estaban hablando. Antes, pensaba que sus padres eran descuidados, pero después mi tío me dijo que las calles en España eran generalmente más seguras que las calles de los Estados Unidos. Por eso, los padres no se preocupan demasiado de que sus hijos estén en la calle (y especialmente en el sur de España donde suele hacer buen tiempo) donde siempre hay gente y donde hay mucha más seguridad que en cualquier calle de una ciudad estadounidense.

Este viaje me permitió apreciar cosas a las que antes no daba un gran valor: como cenar con mi familia. También ahora comprendo a mi profesora mejor y la importancia de estudiar en otro país porque no hay una costumbre correcta y otra incorrecta, todas son diferentes. Además, los libros no podían enseñarme la realidad de una cultura tan rica como la de los españoles.

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