El amor es una locura

Después de aterrizar en España, yo estaba llena de sentimientos diferentes; yo aún estaba mareada por la turbulencia, estaba ansiosa por continuar hacia mi destino final y, sobretodo, estaba tratando de imaginar cómo sería mi año en el extranjero. Cuando esperaba mi equipaje en la sala de llegada bulliciosa, vi a un hombre saludando a su mujer no sólo con un besito en la mejilla, sino con uno largo y apasionado, lo cual nunca sería aceptable en público en los Estados Unidos. ‘¡Bienvenidos a España!’ pensé para mí y reanudé el camino.

Al fin y al cabo, el aspecto que más me ha sorprendido de la cultura aquí en España es, sin duda, la vida del amor. Las “reglas” que regulan cómo se puede expresar el afecto públicamente, y también la manera en que los chicos persiguen a las chicas, es distinto aquí a los EE.UU.

Algo que ocurre con frecuencia es estar dando un paseo y ver a una pareja tendiéndose, uno encima del otro. Mucha gente aprovecha las áreas lujosas de césped y los usa como sucedáneo de una cama o un sofá. Los amantes se agarran con fuerza, como si su pareja fuera a desaparecer si soltara al otro. Además, se besan frenéticamente mientras acarician casi cada parte del cuerpo. Las muestras públicas de cariño entre los jóvenes son comunes como entre los mayores. Veo a menudo a ancianos que cogen dulcemente la mano de su mujer o la estrechan entre los brazos. De hecho, a veces me parece que sirve para marcar a su mujer como su propiedad. Por el contrario, en los Estados Unidos, hasta algunas demostraciones inofensivas de afecto pueden conllevar en muecas o miradas indignadas en las caras de las personas circundantes. En términos generales, la regla sobreentendida es tener la mínima cantidad de contacto físico cuando estás en lugares públicos.

De igual manera, el modo en que muchos, pero no todos, de los chicos españoles se acercan a las chicas es diferente que en los Estados Unidos. Por ejemplo, si un chico ve a una chica desde el otro lado de una sala, se le aproximará y, sin ninguna vergüenza, le pedirá su número de teléfono. Esa petición puede pasar después de solamente dos minutos de conocer a la chica. Así mismo, en las discotecas repletas de gente y con las luces centellantes, los chicos gritan irritantemente sobre la música ensordecedora e invaden tu espacio personal para llamar tu atención. En comparación con la mayoría de americanos que he encontrado, los españoles tienden a ser más descarados y estar más dispuestos a expresar lo que quieren con respecto al amor y al sexo.

En resumen, las costumbres con respecto al amor no son mejores aquí en España, ni en los EE.UU., sino que son diferentes. Al principio, todo esto es un poquito asombroso, pero con el tiempo tu idea de “lo normal” cambia. Ahora, no me molesta vislumbrar una pareja besuqueándose en los pasillos de la universidad. Sólo me río tontamente cuando es una muestra exagerada y me encojo de hombros. Así es España.

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