La risa de las peatones y los pitidos fuertes de los coches suenan en mis orejas. La cafetería está detrás de nosotros. Incomoda y cálida, mis pantalones están pegando a mis muslos sudorosos. El sol de Octubre todavía golpea muy fuerte y refleja los rayos de luz del pelo plata de la mujer. Yo voy a enseñar ingles a ella. Después yo digo, “Me llamo Aniella,” y ella me dice “Me llamo Carmen,” como una tortuga tímida, encojo mi cuello dentro de mi concha invencible. Hay una lucha entre mis pensamientos. ¿Es más apropiado darse la mano o dar dos besos? De repente, siento que una mejilla hinchada roza mi cara. El olor de exhorto de los autobuses se mezcla con su perfume dulce. He aprendido que los españoles huelen como el pescado de la comida o una ducha fresca con un toque de colonia.

Después de dos meses en la ciudad de León, yo todavía tengo vergüenza cuando me presento a una mujer mucha mayor o, por ejemplo, un profesor. Es que yo no entiendo la costumbre totalmente y no me acostumbro. Al contrario de mi cultura Americana, donde lo más normal es darse la mano o abrazarse cuando estás saludado o estás conocido al otro, los españoles usan una manera más personal, más simpáticos. La costumbre de los ‘dos besos’ es muy popular entre los chicos y las chicas y entre las chicas también. Sin importar si es un extraño o una hermana, los españoles se saludan con sus labios al lado de cada mejilla. En interacciones más formales, a pesar del sexo, dar la mano es más común. Pero a veces, la situación puede ser ambigua. ¿Es una interacción formal o informal? Yo sé que cuando yo empiezo integrar dentro de estas murallas medievales de León, la costumbre de saludos será más normal. ¡Aún más, es un récord! ¡No he besado tantos extraños en mi vida! ¡Bienvenidos a España!

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