Parece hoy en día que siempre tenemos prisa. Como una sociedad mundial que valora más que
nunca la eficiencia, llenamos nuestras agendas hasta un punto extremo y creamos
horarios que mandan que casi siempre estemos corriendo de un sitio a otro. Usamos móviles para que no tengamos que estar
en casa para comunicar con otra gente; podemos comunicar y estar moviendo a la
vez. Comemos la comida rápida; más aún, pedimos desde la
ventanilla de auto-servicio para que no tengamos que salir del coche y gastar
más tiempo. Somos personas ocupadas; nunca
paramos, excepto en España, donde siempre hay tiempo para sentarse y tomar un
café con leche.
Se puede definir la cultura del café en
los Estados Unidos usando solo dos palabras: “para llevar.” Inspirado por la evolución de la industria de la comida rápida y
la conversión de la comida por lo general en algo portátil, el café en los
Estados Unidos es ahora el ejemplo palmario de la portabilidad. Allá el café es, sobre todo, algo secundario,
algo que se bebe mientras se hace algo más: caminar a clase, trabajar en el
despacho, o conducir el coche. Se pide
el café – muchos establecimientos tienen la opción de pedir desde la ventanilla
de auto-servicio y todos sirven sus bebidas en tazas plásticas o de cartón para
llevar – y se continúa moviendo.
El concepto de “para llevar” simplemente
no existe con respecto al café en este país, donde todavía se cree que el café
es una experiencia que no se debe apresurar: aquí tomar un café es disfrutar los
sabores buenos, relajarse y conversar. En
los Estados Unidos, se encuentra mucho los sillones vacíos en las cafeterías;
la gente entra, pide, recibe su bebida, y sale.
En contraste, se lucha para obtener un asiento en las cafeterías
españolas; parece que siempre están llenas de gente sentada charlando.
Es claro que se puede distinguir mucho la cultura
americana del café de la española. Admito
que me molesta de vez en cuando el hecho que no puedo pedir un café para llevar
en España – intenté hacerlo una vez y recibí las respuestas de “¿huh?” y “no tenemos
estas tazas de que hablas” – y que siempre tengo que sentarme un rato en una cafetería
a pesar de estar muy ocupada. Por lo
general, sin embargo, disfruto más que nunca la experiencia del café ahora. Durante los meses que llevo en España, he
aprendido apreciar el sabor de la bebida, la sensación de una taza cerámica caliente
y, sobre todo, la pausa durante el día que el café me ofrece. Aunque la cultura de prisa ciertamente ha
llegado a los dos países en que he vivido, estoy agradecida que la evolución de
la cultura del café solo ha ocurrido en uno.
Comentarios
Además la cultúra de desayuno en España casi no existe mientras por ejemplo en los EEUU la gente ya pasó tiempo charlando con la familia disfrutando de un buen y rico desayuno. El café luego se toma en tren o coche o en el trabajo - y cada trago te deja soñar por un segundito...