Esta obra realista capta la atención no sólo de su tamaño gigante, casi cuatro por seis metros, pero también de la historia fascinante que cuenta. El óleo que muestra los dramáticos momentos finales del general Torrijos y sus compañeros por la playa de Málaga después de su captura se divide en tres partes. El primer plano presenta los cuerpos sin vida de sus compañeros al pie del general y sus hombres, un recordatorio sombrío de sus destinos. Al fondo está el pelotón de fusilamiento, inmóvil en su formación. Entre los dos están los hombres capturados, diversos en sus expresiones y orientaciones físicas: enfadado, resignado, triste, resuelto, abrazando, tomados de la mano, cada uno diferente. Además, el artista utiliza colores silenciados para reflejar el ambiente serio, y el paisaje dramático de las montañas más atrás que se ciernen sobre la gente y el cielo nublado añadan al ambiente.
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